Lo primero que nos preguntamos es si hay algún mecanismo que permita identificar y visibilizar el talento innovador que existe en la Administración, algún procedimiento que ayude a conseguir que esas personas “salgan de su escondite” y se ofrezcan. Asimismo, si podemos mirarnos a un patrón que nos dé pistas sobre qué atributos tienen esas personas, para entonces trabajar una serie de competencias y habilidades que nos acerquen a ese modelo. |
La respuesta es que SÍ por partida doble. Primero, que las personas innovadoras tienen en común una serie de atributos que le ayudan a ser como son. Segundo, que esos atributos se pueden desarrollar por cualquiera que se lo proponga. No nacemos innovadore/as. Es una actitud y una capacidad que se crea y se desarrolla. |
Hay quien llama “agentes públicos del cambio” a aquellas personas servidoras públicas que promueven la innovación dentro del sector público. También hay quien, como ya hemos visto, les llama “radicales libres”, porque se mueven por la Administración como personas innovadoras informales, muchas veces fuera de control. En cualquier caso, se trata de personas con iniciativa para proponer y actuar, con sentido crítico y capacidad de contagio. |
Característica 1
Asumir riesgos de forma inteligente
Estas personas asumen riesgos por encima de la media. Saben que para innovar hay que arriesgarse. No es que “amen el riesgo”, como a veces se dice equivocadamente, sino que lo gestionan bien, no se estresan por asumir un nivel de riesgo superior a la media porque son conscientes de que eso forma parte de la aventura de innovar.
Característica 2
Ser creativo/as en la búsqueda de soluciones
Sienten curiosidad por lo nuevo. Tienen actitud exploratoria y también ingenio para pensar-fuera-de-la-caja, o sea, para cuestionarse prejuicios e ideas fijas.
Característica 3
Practicar la empatía
Tienen sensibilidad hacia las demás personas y conectan con las necesidades y expectativas de la gente. Practican la escucha y observación activa para descubrir lo que esperan las personas usuarias (bien personas usuarias internas o bien ciudadanía).
Característica 4
Ser perseverantes
Son constantes y tienen el coraje necesario para perseguir los objetivos que se plantean. Son tenaces y tienen una gran determinación en la búsqueda de un propósito.
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Estos cuatro rasgos se podrían explicar y desarrollar con más detalle a través de una serie de competencias que son típicas en las personas innovadoras, y que se dividen en dos subgrupos: Actitud (querer innovar) y Aptitud (saber innovar). Ahora los veremos con más detalle.
ACTITUD (“QUERER INNOVAR”) |
Autonomía y pensamiento crítico
(cuestionarse las cosas)
Espíritu inconformista. Adquirir la costumbre de cuestionarse las cosas para poder cambiarlas: “Esto se puede cambiar”, “Las razones que me han dado para que esto tenga que ser así, no me convencen”. Preguntarse “¿Y por qué no?”. Un punto clave aquí es aprender a decidir de forma autónoma, que es una habilidad que conecta con la siguiente competencia.
Capacidad ejecutiva y vocación de acción
(ser personas expeditivas)
Pasan a la acción transformando ideas en proyectos con rapidez, incluso cuando carecen de apoyos. Actúan siguiendo el modelo de: Acción-Reflexión-Acción, en vez que pretender el Plan-Perfecto.
Constancia, perseverancia
(ser pacientes)
Mantienen el foco. Tienen sentido de la responsabilidad y de compromiso con los proyectos. Apuestan por el largo plazo evitando la obsesión por la inmediatez. Se crecen en el trabajo duro. No temen al Poder (o mejor, saben gestionar ese miedo). Entienden que la “destrucción creativa” está presente en todos los procesos de innovación auténtica, y que, por tanto, siempre habrá que gestionar resistencias.
Tolerancia al error
(asumir con más naturalidad los errores)
Estas personas entienden los errores como una oportunidad de aprendizaje dentro de un proceso de ensayo-error infinito. Esto no va de glorificar el error, sino de juzgarlo en su justa medida, con sus costes y beneficios. Se trata, en definitiva, de entender que pueden haber “errores inteligentes” y que la gente-con-iniciativa comete, por definición, una buena dosis de fallos.
Flexibilidad y apertura
(aprender a aprender)
Practican la curiosidad y la apertura de mente para abrirse a las oportunidades. Esa flexibilidad consiste en vivir en un constante equilibrio inestable entre firmeza y humildad, lo viejo y lo nuevo, aprender y desaprender, hablar y escuchar, y también en saber gestionar/compartir el nuevo conocimiento.
APTITUD (“SABER INNOVAR”) |
CREATIVIDAD
Aprendizaje de técnicas y habilidades que ayuden a pensar fuera-de-la-caja.
Este atributo es importante, pero está sobrevalorado.
Muchos programas de formación se obsesionan con esto, pero descuidan otras competencias (p.ej. la perseverancia) porque no saben distinguir entre “creatividad” e “innovación”. Forman “gente creativa” pero no “innovadora”.
EMPATÍA
La creatividad necesita de la empatía como factor de equilibrio.
Ambas se complementan porque apuntan a direcciones distintas.
Además de saber volar, de liberar la imaginación, es importante aprender a ser personas sensibles y empáticas con “los demás”.
Esto incluye la capacidad de detectar necesidades latentes y entrenar una cierta “mirada antropológica” o lo que hoy llaman “enfoque-de-usuario/a”.
TRABAJO EN EQUIPO
Aprender a colaborar es fundamental para superar hoy cualquier desafío innovador.
Para eso, hay que saber gestionar la diversidad y canalizar constructivamente las emociones.
La gente con iniciativa que consigue lo que se propone suele manejarse bien como “conectora” entre diferentes.
Además, suelen ser personas que han aprendido a ser generosas y humildes.
TOLERANCIA A LA AMBIGÜEDAD
Esta competencia es de las más difíciles de desarrollar (claro, más para unos que para otras).
Consiste en aprender a aceptar y a asumir la complejidad, a comprender que hay espacios de incertidumbre con los que hay que aprender a convivir.
Renunciar a la obsesión por el control en ciertos ámbitos y asumir lo desconocido como una fuente de curiosidad y no de estrés, es una habilidad muy preciada para llevar los proyectos de innovación a buen puerto.
PODER DE PERSUASIÓN
Por muy buenas que sean las ideas, si no se saben comunicar, va a ser difícil convertirlas en buenos proyectos.
Por eso la gente innovadora sabe “vender” sus ideas, son buenas “contadoras de historias”, en el mejor sentido del término.
Es lógico que así sea porque todo proyecto necesita de un equipo que lo impulse, y a veces la masa crítica que lo hace viable significa muchas personas, así que la capacidad de persuadir y seducir es una competencia que termina siendo determinante.
Una aclaración importante que conviene hacer...
Una investigación de campo que hicimos en 2018, preguntando a personas innovadoras de la administración pública andaluza cómo eran, y de qué forma eran vistas por los demás, arrojó estos resultados: |
No te frustres al creer que estamos diciendo que, para ser personas innovadoras, hay que ser buenas en todos esos atributos.
En absoluto. Solo estamos esbozando un modelo ideal al que nos gustaría llegar, un marco de referencia sobre el que trabajar.
Seguramente, como verás en el segundo apartado, hay puntos en los que estarás mejor, y en otros peor.
Se trata precisamente de identificar esas fortalezas, para potenciarlas, y esas debilidades, para mejorarlas.
Por otra parte, los déficits individuales se pueden compensar con la creación de equipos que equilibren esos perfiles competenciales.
Es decir, se pueden crear equipos de innovación formados por personas que, desde sus diferencias, se complementen abarcando todos esos atributos.
Podemos, así, juntar a personas esencialmente creativas con otras perseverantes, o perfiles flexibles con gente muy expeditiva y con foco. Lo que te falte a ti puedes complementarlo con otras personas que lo aporten.
“cogen el toro por los cuernos”.
Tienen un punto de rebeldía, de transgresoras. No creen en la frase hecha del “Esto siempre se hizo así”.
siempre están en constante formación.
sensibles, conectan con la gente, perciben las expectativas de los demás, se preocupan por tratar bien a la ciudadanía.
actúan como son.
se ilusionan con facilidad si el reto les gusta y siempre ponen un extra en lo que hacen. Se emocionan con su trabajo.
No buscan necesariamente el reconocimiento, sino la autorrealización.
A menudo no se reconocen como “innovadoras” porque lo que hacen lo ven como algo natural.
sociables, les gusta trabajar en equipo.
gestionan bien las emociones. Son personas positivas.
por eso les sobra tiempo, que aprovechan para formarse e innovar.
“les duele lo que falla”.
Muestran habilidades de liderazgo.
Un participante en este estudio resumió, en su “diario del innovador”, la actitud positiva que adoptan estas personas de un modo bastante ilustrativo. Lo citamos a continuación:
“Me resulta casi una obligación moral tomarme muy en serio hacer las cosas lo mejor posible, atender a ciudadano lo mejor posible y ayudar a los compañeros si puedo y está en mi mano. Esto de ir con alegría al trabajo no es un acto de generosidad , todo lo contrario es algo muy egoísta que hago pensando en mí, porque tengo muy comprobado que las personas que en el trabajo están siempre quejándose, y viendo el lado malo sufren y se llevan la amargura a su casa, entrando en una espiral de desesperanza y desmotivación vital, por el contrario, las personas que llegan por las mañanas con positivismo y ganas de hacer, suelen irse riéndose a casa y disfrutan mucho más de su tiempo de descanso con los amigos y familia”. -El innovador |
Ahora, responderemos a unas preguntas mediante una autoevaluación...