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2.2. ¿Es necesario innovar?

¿Por qué la Administración tiene que innovar? ¿Es realmente necesario?

Siempre que hablamos de innovar nos preguntamos si existen realmente circunstancias estructurales (por ejemplo, “palos” y “zanahorias”) que hagan sentir a las empleadas y empleados públicos la urgencia de cambiar cosas esenciales dentro de la Administración, o si nuestras carencias se ven solo como problemas que pueden esperar y que no hay ninguna prisa de abordar.

¿Hay algo que justifique que tú, como personal de la Administración, debas cuestionarte tus procedimientos organizativos y normativos habituales, construidos tan trabajosamente a lo largo de los años, y te pongas a innovar?

Lupa

Haciendo un análisis rápido y superficial, es probable que la respuesta sea NO. Da la impresión de que el puesto de trabajo está asegurado, que la Administración no va a estar nunca cuestionada hasta el punto de que el empleo público corra peligro, y que no hay incentivos para salir de la zona de confort. Mucha gente opina que con hacer bien el trabajo que se le asigna es más que suficiente y no vale la pena rasgarse las vestiduras haciendo más de lo estipulado.

Sin embargo, pensar así es un error. Quienes lo hacen, están diagnosticando mal la realidad. Se mueven todavía con una foto vieja que ya no se corresponde con las exigencias del presente.

La sociedad está cambiando vertiginosamente y los nuevos tiempos traen desafíos de una naturaleza distinta a los que teníamos antes.

Lo cierto es que, si miras bien, se acumulan las señales que invitan a introducir transformaciones de calado en el ámbito público. Por ejemplo, estamos organizados y hemos desarrollado productos y servicios para una sociedad que en gran medida ya no existe, que pide y reclama otras cosas.

Foto dinámica participativa con postits

Vamos a ver, entonces, algunas tendencias que se están dando en las expectativas ciudadanas que obligan a innovar con cierta urgencia en el sector público, lo que incluye, lógicamente, la pequeña dosis de cambio que puedas aportar tú desde tu trabajo:

Administración abierta y transparencia Desafección política y deslegitimación democrática Servicios públicos de calidad
Colaboración Simplificación y flexibilidad administrativa Eficiencia

Se necesita fomentar una mayor cultura de rendición de cuentas a la ciudadanía, activando mecanismos que permitan a ésta hacerlo de un modo directo sin que necesiten pedirlo. Hay que adecuar el funcionamiento de la Administración a un contexto en el que la ciudadanía pueda intervenir en el control y evaluación de las instituciones, tanto de las políticas como de los servicios públicos.

Las instituciones públicas están cada vez más cuestionadas. Existe un creciente malestar, desconfianza y reproche hacia la eficacia y eficiencia de la Administración. Esto genera desafección política que llega en algunos casos a la deslegitimación institucional.

La ciudadanía es cada vez más exigente porque está más interconectada e informada. Sus expectativas aumentan. Para eso hace falta que pongamos más empatía en nuestra forma de trabajar. Una mirada más humanista (¡¡recuerda a Daniel Blake!!) y procesos mejor gestionados.

La creciente complejidad de los problemas sociales no puede ser abordada desde una arquitectura administrativa que siga basándose en la organización funcional o en silos departamentales. Hace falta una “revolución colaborativa” en la Administración, que ayude a conectar todas las áreas que se necesiten mutuamente para resolver desafíos comunes. Por eso hay que seguir un enfoque transversal, de colaboración multidisciplinar, que es algo para lo que la burocracia pública todavía no está preparada.

Simplificar procedimientos es una prioridad que reclama la ciudadanía. Los procedimientos de administración electrónica deben contribuir a una reducción significativa de la carga burocrática que hoy soportan empresas y ciudadano/as. Esto exige también un esfuerzo importante en el ámbito de la innovación organizativa, o sea, en cómo nos organizamos para trabajar.

Los recursos públicos escasean, mientras crecen las necesidades sociales. Esto obliga a usarlos mejor, a prestar servicios de forma más eficiente. Se necesitan sistemas de gestión basados en datos que permitan un mejor control y utilización racional de los recursos públicos.

Por todas estas razones, y muchas más: La innovación no es una opción. Es una necesidad. Es inevitable económica y socialmente. Ofrecer más y mejor con menos solo puede hacerse con innovación.

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POR EJEMPLO...

La Administración es garantista, tiene que serlo, y eso genera normas, o sea, burocracia. Si no queremos corrupción con los recursos públicos, tenemos que aceptar cargas adicionales de fiscalización, pero hay rigideces absurdas que van en contra del sentido común. Lo curioso es que todo el mundo las ve, pero muy pocos las cambian.

La narrativa del cambio debe ser constructiva. No hace falta construir un relato basado en el miedo, pero está claro que, si el sector público no se pone las pilas, e interioriza su compromiso con la innovación y el cambio, la sociedad puede terminar mostrando rechazo a la figura de lo/as funcionario/as.

"¿Burócrata? ¡Eso no me lo repite ud. duplicado y compulsado!

Hay que empezar a medir el perjuicio causado a la Administración (y a la ciudadanía) por el personal público inmovilista. Estamos cerca de reconocer los costes de no-innovar como una especie de ‘lucro cesante’.

Si hay margen todavía para cambiar y mejorar cosas en tu ámbito más inmediato, entonces te invitamos a centrarte en ello. No es buena idea “echar balones” a otras áreas o niveles de la Administración si todavía no has agotado las posibilidades de mejora en tu ámbito de influencia.

Icono centrarse

Asumir con responsabilidad e iniciativa las oportunidades de mejora que corresponden a tu ámbito de influencia, y que están en tus manos. Evita actitudes victimistas, de echar la culpa a las demás personas. Empieza por ahí, por cambiar lo que está a tu alcance.

Estación destino innovación

Ahora, responderemos a unas preguntas mediante una autoevaluación...