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3.4. Innovación y actitud

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LA INNOVACIÓN COMO EJERCICIO DE VOCACIÓN DE SERVICIO PÚBLICO

A muchas personas innovadoras en la Administración las hemos escuchado decir que el tiempo y esfuerzo que han dedicado a innovar les ha reconciliado con su vocación de servidores públicos. Además, afirman que la intención deliberada de querer mejorar las cosas contribuyó a un cambio de actitud y a una predisposición más abierta a escuchar y observar las necesidades de la ciudadanía que antes tenían algo “dormida”.

Persona junto a un check

La vocación pública no puede darse por segura. Hay que cultivarla. Todos conocemos a personas que entraron a la Administración convencidas, en sus primeros años, de que estaban ahí, y no en una empresa privada, porque les motivaba lo público; pero después fueron perdiendo ese interés y convirtieron su trabajo en un empleo plano, sin emociones.

Innovar nos abre a la posibilidad de recuperar la emoción y el placer que implica prestar un buen servicio público.

Icono fuerza motivadora

De hecho, si de verdad nos creyéramos que trabajamos para la ciudadanía, es probable que muchas de las carencias que padece la Administración se resolverían de forma natural. Hay que recuperar la fuerza motivadora del “para qué” se trabaja en el sector público.

Decimos que la innovación es una palanca muy efectiva para recobrar ese espíritu. A medida que se empiezan a abordar retos que tienen un impacto visible en la satisfacción de la ciudadanía y, una vez implementadas esas soluciones, se recibe una retroalimentación favorable de ella, incluido el agradecimiento, aflora ese orgullo que quizás habíamos olvidado.

Icono Equilibrio entre satisfacción y motivación.

Por otra parte, “hacer cosas nuevas” insufla energía y un estado de ánimo que se termina notando en otros comportamientos del personal público. Es un círculo virtuoso que desencadena la innovación.

Estación Destino Innovación

Ahora, responderemos a unas preguntas mediante una autoevaluación...