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4.1. Innovar es posible

Por muy difícil que te lo pongan, siempre hay espacios de oportunidad para introducir innovaciones si te atreves (de verdad) a hacerlo.

La clave está en comenzar por “micro-intervenciones”, es decir, proyectos asequibles de mejora, que tengan un impacto positivo en tu entorno, para así ir consiguiendo “pequeñas victorias” que sirvan para ir fomentando una cultura de innovación. Innovar es posible, en la actual administración andaluza, porque:

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1. Ya existen muchos ejemplos de proyectos de innovación exitosos, impulsados por personal público andaluz, así que:


“Si ellos han podido, ¿por qué tú no?”

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2. Aumenta la presión, tanto desde la ciudadanía como de la clase política, para que la Administración replantee sus enfoques y aborde los retos de un modo diferente. Estas expectativas están contribuyendo a que nuestras instituciones sean más permeables a las iniciativas innovadoras.

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3. Empieza a emerger un nuevo liderazgo en nuestras instituciones (aunque, es cierto, no tan rápido como nos gustaría) que está más abierto a apoyar acciones innovadoras. Nos consta que cada vez hay más cuadros directivos que muestran inquietud por programas de este tipo.

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  4. La introducción de la administración electrónica, y los crecientes procesos de transformación digital que se están impulsando, están obligando a rediseñar procesos y a abrir “ventanas de oportunidad” para el rediseño organizativo. Esto ya está ocurriendo, aunque de forma lenta todavía. Sin embargo, es de suponer que es una tendencia que ha llegado para quedarse, o sea, que nadie la va a poder parar. Si “lo digital” obliga a replantearse enfoques, eso abre la posibilidad de introducir cambios significativos en distintas áreas de la gestión.


La transformación digital está funcionando como “Caballo de Troya” para introducir, con ella, innovaciones organizativas y de procesos de gestión. Hay que aprovechar que eso ocurre para impulsar lógicas innovadoras en todos los ámbitos de la Administración.

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5. El personal de la Administración está envejeciendo. La edad promedio crece y es evidente que nos acercamos a un recambio generacional importante en el ámbito público. Los jóvenes que están entrando ahora muestran ganas y predisposición para cambiar la forma en que se trabaja, y van a liderar muy pronto estos procesos con la complicidad del personal con más experiencia que desea hacer mejor su trabajo.

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  6. No se trata de cambiar radicalmente todo. Hay cosas que funcionan bien y que hay que consolidar. Pero hay mucho que mejorar y que está a nuestro alcance. Solo falta cambiar la actitud y organizarnos mejor. Esa es probablemente una de las razones de por qué estas realizando este curso, ¿a que sí?


Si no podemos cambiar todo lo que necesitamos, entonces hagamos todo lo posible por cambiar lo que podamos.

Nos gustaría insistir, como argumento principal para “abrir el melón” de la innovación, en la necesidad de desmontar la idea de que “no se innova porque no hay tiempo para hacerlo”. Nadie niega que eso es lo que ocurre ahora, pero hay que demostrar que esa es una justificación viciada, que no se sostiene. La mejor forma de hacerlo es a través de la siguiente viñeta:

Dos trogloditas tiran de un carro con ruedas cuadradas, mientras un tercero les propone usar ruedas y le responden que están muy ocupados.

Por si no supieras inglés, el señor de la izquierda les está ofreciendo a quienes arrastran el carro una rueda, es decir, ¡¡una innovación!! para que muevan el vehículo más rápido y con menos esfuerzo. Sin embargo, la rechazan porque no tienen tiempo para probar ese artefacto tan raro, ni ponerlo. Le contestan que andan demasiado ajetreados en arrastrar el carro (de la forma en que lo han hecho siempre) para prestar atención a su invento.

Esa es la gran metáfora (y el círculo vicioso) a resolver en la Administración: No tenemos tiempo para innovar porque no innovamos (en hacer mejor las cosas) para liberar tiempo.

La burocracia y las viejas maneras de trabajar consumen tanto tiempo, que el personal público vive atrapado en el círculo vicioso de los trámites urgentes. En este contexto apenas puede dedicarse a reinventar sus formas de hacer, esto es, a innovar. Con tanta dispersión la agenda de innovación siempre se pospone.

2 piezas de puzzle

¿Cuál es la solución? Pues que hay que reservar tiempo y reconocerlo en las agendas, para dedicarlo a proyectos de innovación. Hace falta institucionalizar la innovación, o sea, formalizarla e integrarla en los protocolos de gestión.

Si hacen falta permisos, conviene pedirlos. Pero, mientras llegan, no es mala idea empezar a “conspirar” en el mejor sentido de la palabra, o sea, activar complicidades y movilizar inquietudes con proyectos pequeños, que molestan poco, para ir ganando experiencia: “a innovar se aprende innovando”.

Estación destino innovación. Responderemos una autoevaluación